7/28/2005

Santiago, en busca de un corazón lanudo...


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Santiago, el gran santiago,
A medida que paso sentado me siento encumbrado en un abismo desenfrenado.
Mi plaza mi verdadera plaza, como niños entretenidos en un deslizadero de fuego en el trasero.
Mi apartamento dentro de aquel concreto, solo sin apuntes lejos de lo que fue mi tormento.
Mis sueños, ¿que fueron de ellos? ¡Como dar muerte a mi padre por aquel reto!, ¿culparlo y sentenciarlo?
Mi paisaje, colorido y avasallante, alumbrado, enchufado desde el pasillo atrás en un rinconcito.
Las calles de mi pasaje, sucias y desafiantes, tan antiguas que guardan memorias de un pasado prestigioso.
Es mi barrio lejano y medianero donde descansan las iglesias, las obras colosales de los años.
Es el gran santiasco de voces joviales, descansan los cartoneros con los perros viejos, el ruido y la polución de invierno.
Es la gran callecita, tan pequeña, tan transitada, y tan allanada, de razas, las mas inusitadas que habitan la mañana.
Pero yo duermo, me despierto en el gran barrio viejo de mi tiempo, abro una ventana dentro de mi cuerpo, veo y me mezclo en el gran santiago de mí espacio...

Gerardo, el vacuna del bazar de al lado, crecí viéndolo igual, viejo y pesado, un plomo Don Juan jugando a enamorar.
El tata el beodo cuidador sacrificado, aquel que lleva el vidrio etiquetado a la entraña seca, siempre queda botado en el gran santiago...
Un botadero de tantos muertos, fueron sirenas y los carros, Gustavo no tiene a nadie, y por un momento me llene de quebranto, y fue hace tanto que me enseñaron a olvidarlo.
Cansado en mis aposentos, extraño tanto a mi perro, si solo fue ayer, que recrimine su tozudez, bah!! se comió mi trozo de pan en un arrebato de palabras
Fue acá en el gran santiago, su último día, nunca mas lo volví a ver, aun recuerdo que visito mí ayer...Si a veces lo siento caer sobre mis zancas, extrañando inmaculado su acento, y su arropado cuerpo...
Un error que aun mi desafiante ser, censura por la culpa a mi sangre femenina, ¡fuiste tu! con lagrimas en mis ojos, ¡tú y tu condición materna que te ha cegado el alma!
Hoy hace frío en las calles de mi gran santiago, y como en una canción de amor, recuerdo a mi mas mortificado y perdido corazón desanimado;
por culpa de mil gritos.