6/14/2012


Cubículo

¿Que se escribe tras una pantalla fría esperando aquel mensaje tibio y sin descanso?, pensando una vez mas en aquella fatídica mañana de errores y desaciertos otorgados a la luz de la magnánima cordillera...

Sueños melódicos que aborrecen posiciones incomodas de estar una vez, y otra vez, sentado esperando el atardecer que se asoma junto a tus cabellos.

Pasos que van y vienen dentro de mi mente, que explotan y se vuelven cada vez más fuertes en la tristeza de mi inconsciente.

Mar de rabias acumuladas, documentadas bajo archivos patéticos de una retórica simulada, recordando tus sonrisas que el olvido se lleva; “como el viento que abraza la arena.”
Un estado mental del cual antecede un remolino de sentimientos, de solo 16 años a la penumbra de una escena repetida en el video tape de mi madre.

Luego sigo escribiendo, y mis mensajes ya no están conmigo.
¿Arrepentirse es justo frente al computador? 
Tiemblo de nervios, tiembla mi espíritu aventurero, me carcome el éxtasis de no poder hablar nada, porque no hay verbo alguno para descifrar el acertijo.

Se hunde mi espalda en el sillín, me hunde el rencor anestésico de tu fragancia veloz, y elegante, me humilla tu espacio remoto, estático, endeble, e inhóspito tras un modulo.

Murmullos aclaratorios de una sentencia a voces de pasillo inciertas, arrogantes, irresponsables, que una chusma ensordecedora de torpezas advierte sin apelativos.
Pero me levanto y acudo a tu encuentro consiguiendo una que otra; sonrisa presumida.