Cubículo
¿Que se escribe tras una pantalla fría
esperando aquel mensaje tibio y sin descanso?, pensando una vez mas en aquella
fatídica mañana de errores y desaciertos otorgados a la luz de la magnánima
cordillera...
Sueños melódicos que aborrecen posiciones
incomodas de estar una vez, y otra vez, sentado esperando el atardecer que se
asoma junto a tus cabellos.
Pasos que van y vienen dentro de mi mente, que
explotan y se vuelven cada vez más fuertes en la tristeza de mi inconsciente.
Mar de rabias acumuladas, documentadas bajo
archivos patéticos de una retórica simulada, recordando tus sonrisas que el
olvido se lleva; “como el viento que abraza la arena.”
Un estado mental del cual antecede un remolino
de sentimientos, de solo 16 años a la penumbra de una escena repetida en el
video tape de mi madre.
Luego sigo escribiendo, y mis mensajes ya no
están conmigo.
¿Arrepentirse es justo frente al
computador?
Tiemblo de nervios, tiembla mi espíritu
aventurero, me carcome el éxtasis de no poder hablar nada, porque no hay verbo
alguno para descifrar el acertijo.
Se hunde mi espalda en el sillín, me hunde el
rencor anestésico de tu fragancia veloz, y elegante, me humilla tu espacio
remoto, estático, endeble, e inhóspito tras un modulo.
Murmullos aclaratorios de una sentencia a
voces de pasillo inciertas, arrogantes, irresponsables, que una chusma ensordecedora
de torpezas advierte sin apelativos.
Pero me levanto y acudo a tu encuentro
consiguiendo una que otra; sonrisa presumida.
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